Polvorines de la Fábrica de Armas
Tengo previsto realizar en breve una entrada sobre la el Campus Universitario de la Fábrica de Armas, y es que, según el profesor Ruiz de la Puerta, éste es sin duda el punto más caliente de fenómenos extraños en Toledo. Mientras estoy recopilando material al respecto he recibido un par de correos comentándome ciertos rumores y habladurías respecto a la zona de los polvorines de la Fábrica de Armas, que se encuentran al otro lado del río, y a la que se accede desde la zona conocida como “La Olivilla”.
No le di mucha importancia en un principio a estos correos, ya que provenían de fuentes anónimas y desconocidas para mí, y facilitaban datos muy vagos y más propios de leyendas urbanas conocidas en Toledo, pero con base poco sólida. Me alertaban sobre la posibilidad de la celebración de extraños ritos en los ruinosos edificios a cargo de extraños personajes encapuchados, en los que encendían hogueras e incluso sacrificaban animales. Afirmaba una de estas fuentes que en cierta ocasión presenció como un grupo de unos ocho individuos que se ocultaban bajo una capucha huían a toda velocidad de uno de estos edificios dispersándose por diferentes caminos de la zona.
Hace años, concretamente durante la primera mitad de la década de los 90, hubo cierto auge de algunas sectas de corte satánico en toda España, y Toledo no se libró de ella. Los cementerios del barrio de Azucaica y el propio de Toledo fueron profanados, y los expertos lo atribuyeron a rituales de este tipo de sectas. En muchos callejones del Casco Histórico de Toledo aparecieron diferentes pintadas, que afirmaban los estudiosos no podrían ser obra de bromistas, y durante un buen tiempo se habló de ello, y con el tiempo pasó al olvido.
Al no ser un experto en este tema no puedo afirmar nada con rotundidad, pero la lógica me hace pensar que en caso de que volvieran a aflorar este tipo de sectas en la ciudad no se reunirían en un lugar de tan fácil acceso al resto de mortales, sino que lo harían en un lugar a salvo de miradas ajenas. Por eso lo consideré una simple anécdota, fruto posiblemente de un grupo de bromistas, y decidí no darle importancia.
Sin embargo hace unos días pasé ante la entrada de la zona de los polvorines, y por simple curiosidad decidí entrar a echar un vistazo. Es un parque que ya conocía con anterioridad, ya que ofrece muy buenas vistas de Toledo y a pesar del estado de abandono al que está sometido es un lugar agradable para pasear. Pero en ese momento, con mi cámara de foto colgada al hombro y la grabadora preparada, quería observar más detenidamente aquellos edificios medio ruinosos que siempre habían pasado inadvertidos para mi.
Lo primero que me gustaría advertir es que se trata de un lugar peligroso por causas físicas, y es que el estado de abandono se refleja en la falta de tapaderas de alcantarillas que pueden ocasionar un buen disgusto a cualquier transeúnte que camine por allí con poca luz. Por ello recomiendo encarecidamente no transitar por allí cuando no haya luz.
Al poco de entrar por la puerta de acceso desde “La Olivilla” nos encontramos con el primer polvorín, sin ningún tipo de restricción de acceso, completamente abandonado, y lleno de graffitis.
Poco más abajo de este, de tamaño algo mayor y con unas vistas impresionantes a Toledo, existe otro polvorín, también completamente abandonado, lleno de pintadas, y con indicios de que allí hace poco ha podido pernoctar alguien, al encontrar enseres como mantas y colchones viejos, así como restos de hogueras y envases de combustible. Al haber también cascos viejos lo más probable es que allí se refugiaran recientemente, en época de frío, algunos operarios de obras que se realizaran en la zona. Respecto al tipo de pintadas, nada atribuible a esos “extraños ritos” que me indicaban, bajo mi punto de vista.
Prácticamente frente a este segundo polvorín nos encontramos con lo que parece una antigua vivienda en avanzado estado de ruina, y bastante peligrosa, al no tener cerrado el acceso y mostrar un deterioro bastante evidente. Es un edificio bastante amplio, y en su día tuvo que ser bastante acogedor, con unas vistas privilegiadas, aunque con el murmullo del río demasiado cercano. Al igual que en los polvorines las paredes están cubiertas con diferentes graffitis y pintadas, algunas de ellas intentando simular pintadas “satánicas” (por denominarlas de alguna forma), aunque confundiendo la estrella de David con el pentáculo. Por tanto, tampoco nada que reseñar.
Poco más abajo, otra vivienda bastante más amplia, y aislada del resto. Destaca un amplio y oscuro sótano con un antiguo corral, y que este edificio ha sido ahogado en los últimos años por el avance de la naturaleza, ya que está completamente rodeado de árboles y maleza. El acceso a la parte alta de la vivienda es prácticamente imposible, y peligroso al no ver donde se pisa.
Por último, separado del resto de edificios, y más cerca al conocido “Puente de Polvorines”, encontramos un último polvorín más pequeño que los dos anteriores. Se encuentra en un estado algo menos deteriorado, y en este caso sí que me llamó la atención los restos de un pequeño animal en su interior.
Como curiosidad quise hacer una serie de grabaciones en los diferentes edificios, esperando poder capturar algún tipo de sonido, pero las grabaciones fueron completamente limpias. Lo único reseñable lo grabé en el primer polvorín, en el que se escucha una débil campanada en el 3’58” aproximadamente.
La lógica me lleva a pensar en que puede tratarse de un insecto o pequeño ave impactando con el tejado de chapa del edificio, pero lo dejo como curiosidad.
Por lo demás nada extraño en la zona. Es posible que se pueda haber visto a determinados individuos encapuchados por la zona, que se trataría posiblemente de los grafiteros tratando de no ser reconocidos. El resto es sin duda fruto de la imaginación popular.
En este caso el verdadero misterio es cómo una zona que puede ser un vistoso paseo disfrutado por todos los toledanos esté en semejante estado de abandono y con un peligro tan evidente, que debería solucionar de forma urgente el responsable, ya sea el Ayuntamiento, la Junta de Comunidades, o la Universidad de Castilla la Mancha.
Por último mi insistencia en no transitar por la zona en ausencia de luz, por el peligro físico que ello conlleva.